20 de agosto de 1743

Aún puedo escuchar a lo lejos, escondidos en mis recuerdos, los gritos de aquella jovencita. Debía tener más o menos mi edad, de cabellera oscura y abundante y un penetrante olor a fresas; era hermosa sin duda y supongo que por eso él la eligió para mí, o quizás lo hizo para torturarme, aún no estoy segura, pero sin importar por qué haya sido sólo tengo claro que mi primera lección fue rápidamente asimilada.

Damien sedujo y llevó a la joven a un callejón solitario para luego llamarme para que bebiera de ella. Con la primera mordida ella soltó un gemido que me dejó sin habla, sólo en ese instante tuve consciencia plena de lo que estaba a punto de hacer: iba a sacrificar a aquella pobre chica, pero cuando quise detenerme Damien rasgó levemente su cuello dejando salir un hilo color rubí que se deslizó por su cuello… El olor me enloqueció por completo y perdí todo contacto con mi humanidad. Cuando por fin reaccioné ya era demasiado tarde… De aquella hermosa chica no quedaba más que un cascaron vacío colgando como peso muerto en mis brazos.

-Para todos es difícil al principio, pero ya verás que te acostumbraras muy rápido

No pude responderle, sólo podía mirar aquel cuerpo que sostenía y lamentar su destino y el mío.

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